Universidad a los 40/50 años ¿Por qué no?

Longevidad humana y oportunidades
Unos de los grandes dilemas a que se enfrenta la especie humana es su longevidad, vivir de ochenta a cien años, pufff!!! ¿Pero cómo? De las mil formas que la vida puede ser vivida, a cada uno como le guste, a cada uno como le salga, la posibilidad de seguir aprendiendo acudiendo a la educación sistemática es un ingrediente que no debería escatimar ningún estilo de vida.  En el aprendizaje constante está la posibilidad de ampliar los horizontes, social, económico, y principalmente, de salud física y mental.  

Tipos de estudios posibles
Los que nos gustan, los que nos resultaron difíciles, aquéllos que nos quedamos con las ganas, los que “porque no queda otra”. Científicos, artísticos, técnicos, prácticos, físicos. Cocinar, tocar un instrumento, practicar un deporte, manualidades, idiomas, teatro, manejar un automóvil, jardinería, repostería, artes marciales, posiciones de yoga, etc., todo sirve. Ahora bien, una vez completada la educación básica y obligatoria que hoy implica tener concluidas la primaria y la secundaria, en Argentina, tenemos acceso a una inigualable oferta de educación superior.  Y la pregunta es, ante tanta longevidad… ¿Por qué, no?    


 LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Qué se busca en la formación superior, qué nos ofrece. Mejorar las condiciones de vida, aumentar el caudal de conocimientos y cultura general, tener un título de educación superior, sí todo eso, pero en sí misma la experiencia universitaria es transformadora y enriquecedora per se, se llegue o no  a unas de esas etiqueta de éxito. Así que, encendida la llama de una vocación, un interés, o una necesidad, hay contexto propicio para tirarse a la experiencia.   
Las variantes de opciones son muchas más que las profesiones liberales. Mediante el sistema de educación superior podemos acceder no sólo a la ciencia, sino también a casi todas las manifestaciones del arte, a lo técnico, lo práctico, lo cotidiano, lo deportivo, lo clásico o lo raro.

El sistema de educación superior argentino
La educación superior en Argentina desde la sanción de su ley específica (Nº 24.521) se divide UNIVERSITARIA y NO UNIVERSITARIA, dentro de ellas se podrá tener acceso a su vertiente pública en su mayoría dependientes de estado nacional, y; a su vertiente privada, configuradas como entidades de bien público sin fines de lucro (en Argentina está prohibido el lucro con la educación superior)  mantenidas por el pago de cuotas de sus alumnos.
La educación superior pública cuenta con centenarias casas de estudio, las primeras seis Córdoba 1613, Bs. As. 1821, La Plata 1905, Litoral 1919, Tucumán 1921, Cuyo 1936, dan cuenta de la tradición y su indiscutible prestigio a nivel internacional.  Completan este sexteto inicial, cuarenta y tantas jóvenes universidades que a casi una por provincia, de manera que cualquiera puede empezar por ver la oferta académica de la institución más cercana.   
La educación superior de gestión privada presenta una amplísima oferta con instituciones con libertad, para definir sus planes de estudios y otorgar títulos.  Más o menos como las conocemos hoy, funcionan desde el onganiato, hace  unos cincuenta años.
Hay que sumarle que las ofertas de educación a distancia no son para nada desdeñables.  
Esta diferenciación no es simplemente para distinguir si uno puede pagar una cuota o no, también hay que tenerla en cuenta para pensar en lo actualizado o no de los planes de estudio, su real especificidad, el alcance y prestigio de los títulos que otorgan.

Examen y aplazo
Empezar por el final puede ser una estrategia. A más de uno los exámenes los paralizan y los dejan fuera del camino. Máxime cuando aparece el temor al final oral. Es posible aprobar todo tipo de examen. Cada modalidad requiere su preparación, cosa que uno va aprendiendo en el andar. Conviene no enfrentarse a este tema con ingenuidad para no malograr intentos. Cuanto más tradicional es una carrera o cuanto más prestigiosa es una universidad, más tiempo llevará preparar un examen, es justamente en esta variable donde se sustenta ese prestigio. Es lógico y esperable que las universidades no aprueben a quien no sabe. Para organizarse conviene tener en cuenta que quien estudie y no trabaje deberá dedicar gran parte del tiempo libre a su preparación. Quien estudie y trabaje deberá saber que los días otorgados por examen en la ley de contrato de trabajo y en la mayoría de los convenios colectivos les resultarán  escasos para “sentarse a estudiar” y deberá acceder a otro tipo de estrategias o sacrificios: gran organización, técnicas de lectura, vacaciones, fines de semana, horas de sueño, aflojar el  trabajo en determinadas épocas del año, etc.
Junto con la cantidad de mesas de examen ofertadas, la cantidad de años desde que se cursa hasta que se puede dar el examen final, son datos indispensables para planificar y tomar decisiones.
Además, el temor al examen viene junto con temor al aplazo, que es un cuco, como el hombre de la bolsa, una práctica obsoleta que no se actualizó junto con todo lo demás. La palabra aplazar, según el diccionario de la real academia española quiere decir posponer, en cambio el dos que afecta al promedio es un castigo por haber intentado aprobar. No mide aprendizaje, presume mide rendimiento. No hay que desanimarse frente a él, hay que saber que es simplemente una práctica que todavía no se eliminó. ¡Bien por los docentes que devuelven la libreta sin aplazar!   

Años estimados de duración de una carrera
Casi como querer saber el número que saldrá en la lotería. Todas las carreras estipulan una cantidad de años que llevaría cursar en condiciones ideales de dedicación full time y oferta horaria, cosa que en la vida adulta es imposible predecir, pues los sucesos de la vida humana como embarazos, enfermedades, accidentes, etc., se entrelazan con los sucesos de las cursadas, huelgas, cortes de luz, reclamos, etc. Lo que hay que tener en claro es que no ir al ritmo que indica la guía del estudiante deba ser considerado sinónimo de fracaso, y no desalentarse. Hay que calcular en las propias posibilidades cuantos años nos llevará a cada uno, conocer según cada facultad el régimen de regularidad para mantener todos los trámites al día, y… seguir adelante. Pedir todos los años el certificado de porcentaje de materias aprobadas y con él ir actualizando  nuestro currículum vitae. Si hay título intermedio tramitarlo llegado el caso. 
Algunas universidades ofrecen sobre los títulos docentes de carreras de cuatro años de duración “montar” ciclos de licenciatura con pocos años de cursada.

Costo
Siempre hay gastos independientemente de si se paga cuota o no. La cuota es un gasto más. Viajes, comidas, libros, cuadernos o fotocopias, como mínimo.  Las becas de apuntes que otorgan algunas facultades son de gran ayuda, los planes de gobierno y becas también, ¡no es una vergüenza pedirlos! Hay carreras que requieren más gastos como gráficas o instrumentales. Además siempre hay que considerar algo que en financiamiento educativo se llama costo de oportunidad, es lo que no ganamos, por no poder trabajar, mientras estudiamos.  



Asignaturas
Se les llama asignaturas porque a un recorte, es decir a una parte, de un cuerpo de conocimiento se le asigna un nombre que lo distingue. Las habrá cuatrimestrales, semestrales, anuales. De baja, media o alta complejidad. En forma de materia, seminario, taller, etc. Algunas generales o básicas, otras específicas o focalizadas. Serán como las figuritas: fáciles, difíciles y repetidas. El conocimiento disciplinar organizado sin relación entre asignaturas es prácticamente la regla. Al finalizar la carrera se va organizando en la cabeza de cada uno y es ahí donde se empieza a apreciar el perfil del graduado.
Lo que hay que tener en cuenta es que existe algo que se llama correlatividad, ésta puede ser obligatoria, sugerida, para cursar, para rendir. Parece lógico que para dar la “dos” debo tener aprobada la “uno”. A veces no es tan lógico y el tipo de flexibilidad o rigidez de las correlatividades influye de manera decisiva en el desempeño del alumno. Fundamental variable que siempre hay que considerar.  
Además de las asignaturas las carreras podrán requerir aprobar, idiomas, créditos, prácticas, pasantías, tesinas, etc.  

Orientaciones
Quede aclarado en el titulo al recibirse o no, muchas carreras cuentan con orientaciones o áreas focalizadas dentro de la propia formación de grado. Es interesante saber de antemano si en el último tramo del grado, uno ya podrá ir ajustando sus preferencias o no.

Demora en otorgar títulos
Sin preámbulos se transcribe párrafo de la ley de educación superior vigente: ARTÍCULO 40. — Corresponde exclusivamente a las instituciones universitarias otorgar el título de grado de licenciado y títulos profesionales equivalentes, así como los títulos de posgrado de magister y doctor, los que deberán ser expedidos en un plazo no mayor a los ciento veinte días corridos contados a partir del inicio del trámite de solicitud de título. Y… nada más que decir.

Postgrados
En algunas carreras sabemos que una vez finalizado el grado habrá que volver a elegir y seguir; en otras la formación de grado es tan basta y exigente que sabremos que no necesitaremos postgrados salvo algún interés en especialización, maestría o doctorado específico. También las habrá que por durar menos de cuatro años no nos habilite para luego hacer un postrado. Si nos habilitará para hacer postgrado o no y cuantos años se agregaran al grado sin ejercicio profesional es un dato a saber de  antemano.

Bolsas de trabajo, incubadoras e innovadores
La conexión con el mundo del trabajo, de la investigación, de la academia,  es una parte esencial de la última parte del proceso de formación. Los créditos de investigación, las pasantías, los seminarios de tesis, etc., colaboran con esa parte crucial del desarrollo de competencias. En estos tiempos debemos agregar el tratamiento que le dan las incubadoras universitarias a las ideas presentadas mediante contratos de confidencialidad.   

Entre: estudiar para la humanidad y estudiar para uno
Quien no recuerda de su propio jardín de infantes o del de sus hijos, sobrinos, nietos, el clásico cántico de “a guardar, a guardar, cada cosa en su lugar, despacito y sin golpear”. ¿Qué significa inculcar en menudas criaturas tal principio básico de convivencia? Que uno de los principales tipos de contenidos que tiene que brindar la educación es actitudinal, ese saber ser, ese saber convivir. Pero, ese convivir en la coyuntura actual, global, multipolar, de horizontal acceso inmediato a la información, en materia de educación superior, nos obliga a pensar en convivir con toda la humanidad, no sólo con nuestra aldea. Somos nada más y nada menos que siete mil millones de seres humanos y para esa convivencia con todos hay que resignificar el “despacito y sin golpear”. Así, entre el estudiar para uno y estudiar para convivir con esa humanidad se abre una especie de continuus donde cada uno está parado en un lugar diferente que tiene que descubrir y acrecentar. Y podrá hacerlo con la ayuda del la educación sistemática. Mayoría son los que llegan a la universidad sin haber aprendido a “guardar cada cosa en su lugar”. Su paso por ella, desde la elección vocacional hasta su graduación lo pondrá frente a su real posición en este tema y a la par le brindará la posibilidad de modificarla. Es edificante estudiar para sí, pero ello no quita, estudiar también, para vivir con la humanidad.   

Cincuenti pocos
Empezar o recibirse promediando la vida no es una locura, es posible, aconsejable, aprovechable, deseable. Ya no como una etiqueta de distinción, sino como algo a lo que podemos acceder todos. El ser humano es un ser de enseñanza y aprendizaje por excelencia. La oferta de educación superior de Argentina, comparada con cualquier otro país del mundo, es un festival de posibilidades con calidad y acceso.